Lulu Petite es mi diva favorita, lo que es lo mismo que decir que es mi puta favorita. Pero ante todo es una mujer extraordinaria: guapa, cariñosa, sensual y, sobre todo, increíblemente inteligente.
Acabo de hacer el amor con ella y, una vez más, fue un agasajo. Siempre que hago algo busco hacerlo con la mayor plenitud amorosa y con Lulu es un estado que fluye con naturalidad, por eso el sexo con ella es mucho más: es erotismo.
La conocí hace más de tres años, a principios de 2008. Yo acababa de separarme por segunda vez y fue la primera ocasión en que hice el amor con otra mujer en varios lustros. Y tuve suerte que fuera con Lulu. En esa época su nombre de batalla era Gaby. Así aparecía en la página de Divas. Salía en la foto sentada de semi-perfil, mirando hacia el frente con la cara cubierta, lo que le daba un halo de misterio y pudor. Eso, y que parecía una muchacha de carne y hueso entre un mar de muñecas de prótesis me hicieron escogerla.
Gaby-Lulu tenía entonces 20 años y era dulce como una ciruela en su punto. Fue una experiencia tan placentera como tierna. La recuerdo, pequeña y frágil, con su cuerpo bien formado que resaltaba en su vestido gris ajustado. Tenía el cabello castaño, la piel aceitunada y una sonrisa preciosa.
Todo fue muy natural, cómo se desnudó, nos besamos y me la chupó sin afectaciones, con entrega y naturalidad. Me maravillé acariciando su piel suave y dulce al tacto. Luego ella me montó y se movió acompasadamente, como los latidos del corazón, emitiendo pequeños gemidos acompañados de estremecimientos. Así estuvimos un buen rato hasta que se cansó de moverse y temblar y cambiamos de posición. Le pedí que se acostara boca abajo y siguieron las sacudidas, profundas y pequeñas, con un cúmulo de sensaciones concentradas en poco espacio que fueron en ascenso hasta que estallé en fuegos de artificio. Desde aquí le doy las gracias por haberme recordado lo maravilloso que es el sexo cuando se combina con la ternura.
Desde entonces lo hemos hecho muchas veces y siempre ha ido a mejor, hasta alcanzar nuestro, por ahora, punto culminante hace tres semanas.
Esta vez fue casi tan buena como aquella. Ella llegó radiante, con un hermoso vestido negro de algodón, abombado y corto, con un generoso escote, sexy sin ser vulgar gracias a su corte y manufactura impecable. Su lencería como siempre era bonita y sensual. Se quitó el vestido y se acostó semidesnuda en la cama. Yo, que ya estaba sin ropa, me puse a su lado y estuvimos charlando mientras la veía y admiraba su cinturita, sus hombros frágiles y perfectos y sus bubis grandes, pero proporcionadas con su cuerpo. Me gustaba oírla y contestarle mientras anticipaba lo que venía, que fue un recorrido de sus labios por mi cuerpo, cubriéndome de besos y terminado en una rica chupada a la que yo correspondí con mi lengua sobre sus otros labios y su botón mágico. A diferencia de otras veces, no se vino mientras la lamía, pero si pude sentir sus culazos esporádicos que coincidían con mis repasadas de lengua.
Uno de los recuerdos más gratos de mis encuentros con Lulú es la imagen de su culito por encima de mi nariz, redondo, suave y terso. Siempre muy limpio y de un olor sugerente y agradable. Me excita más esa visión que la sensación de que me la chupe. Y eso que la chupa maravillosamente bien, con entrega, como una niña que da cuenta de su caramelo favorito con entusiasmo. Sólo la unión de ambas sensaciones las supera por separado.
Otro grato recuerdo es la conversación. Con Lulú no nada más se trata de coger y se acabó, si te he visto no me acuerdo. No, a la agradable sensación del coito le sigue la placentera emoción de la charla. Y es que es una gran conversadora, una mujer culta, inquieta y lista. Hemos platicado de todo, siempre con interés mutuo y entusiasmo. Nos hemos terapeado el uno al otro, contado nuestras cuitas e ilusiones. Recuerdo cuando me pidió consejo sobre la idea de publicar una columna en el periódico El Gráfico. Ahí descubrí una faceta más de su talento: la de escritora. Escribe y lo hace muy bien, con un estilo fluido, espontáneo y jocoso. Simultáneamente supe que publica un blog en el que escribe toda suerte de reflexiones, algunas muy sabias y otras más desenfadadas. Se los recomiendo.
Yo no sé qué seré para ella, pero para mí es una buena amiga a la que estimo, me cae bien, me gusta y la admiro.
Si quieren ver más fotos de ella hagan clic en este enlace.
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