La elegida fue Mariela, del portal Sexy Servidoras. La chica era linda en las fotos y no dudo que en la realidad también, pero quien llegó ni era ella ni estaba bonita. Vamos a los datos duros: en lugar de una chica joven (como la de la foto de la derecha), de 1.68 m y cabello castaño claro, llegó una señora de unos 40 años, rubia y de poco más de 1.60 m. La mandó una agencia de las que explotan a las putas y engañan a los clientes.
Así que después de hacerme esperar una hora y media le tuve que dar $200 del taxi y regresarla por donde llegó.
Retorné a mis Divas, donde la mayoría de las chicas trabajan por su cuenta y sí son las de la foto. Decidí probar con Sheryl, quien ya por el teléfono me previno que se había teñido el cabello de rubio, en lugar de pelirrojo, como salía en las fotos (ver la de la izquierda). Llegó como media hora más tarde y tuve que pagar otros $200 por la "persona extra" en la habitación.
No sé si era la misma chica de la foto, pero en cualquier caso era una mujer joven (22 años) alta y con un cuerpo estupendo, así que la acepté sin dudarlo. Era paraguaya, tenía los ojos negros y la piel mate.
Tras casi dos horas de espera (por eso escribo tanto en los hoteles) y las frustraciones añadidas, el ánimo había decaído considerablemente, pero la paraguaya de cuerpo estupendo resultó una mujer tenaz e increíblemente energética que me regaló la mejor mamada que he recibido en mi vida hecha sólo con la boca (aclaro: sin usar las manos) y me reanimó completamente. Además fue una chupada como quien cabalga a pelo, o sea, sin condón.
Resulta que como buena energética practica el surf desde hace seis años, además de otros deportes de riesgo como el paracaidismo y el rappel. Y toda esa energía la aplica a todo lo que hace, no sólo con la boca, sino con todo el cuerpo. Así, me montó y me estuvo cabalgando con tesón y ritmo incansables sin que yo literalmente hiciera nada. Como ya he comentado en otros post, ésta es mi posición favorita y no es nada fácil que termine en ella, pero esta mujer, a diferencia de todas las otras con las que me he acostado en años recientes, no se daba por vencida, acostumbrada a lidiar con las fuerzas de la naturaleza, y así siguió, dale y duro, con ritmo acompasado hasta que lo consiguió sin que yo moviera ni un pelo. ¡Oh dios! ¡Qué delicia!
Me cogió ella a mí con todas las de la ley y yo la dejé hacer muy complacido. Olvidé el mal rato pasado con la impostora y todo fue felicidad.
Luego nos quedamos platicando y ahí fue que me enteré que era de asunción, capital de Paraguay, y que había viajado mucho por América Latina y conocía bien Chile, Argentina y Brasil, además, claro está, de México a dónde llegó hace dos meses pero ya visitó Cancún, Los Cabos y, como no, la meca mexicana de los surfistas: Puerto Escondido.
También supe que le gustó nuestro país y piensa quedarse un tiempo por acá. Por cierto, que le gusta tener clientes fijos, más que coger con desconocidos. Seguro que yo me incluiré entre sus marchantes, pues me gustó sentirme como tabla de surf montada por una amazona, desafiando juntos un Océano del placer.
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